Rodolfo Meoli, fsc
Postulador de la Causa de Beatificación
Al concluir la inauguración del monumento al Venerable Hermano Victorino De La Salle, y tras la celebración de esta Misa concelebrada presidida por el Padre Fernando Hería, quiero expresar mi felicitación por lo que ha sucedido hoy aquí, en este Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad en Miami, con una alegría y felicidad, con una satisfacción que no se ve en otras partes.
Han hecho lo que creo que el Hermano Victorino pedía a sus discípulos: cuando lleguen a la Iglesia tienen que dejar fuera todas las preocupaciones. Encontrarse con el Señor es siempre una alegría, algo bello. El Venerable Hermano Victorino no ha permanecido en su tumba desde el 16 de abril de 1966, ya que vive todavía en medio de nosotros. Aquí estamos hoy, no solo para conmemorarlo, sino también para encontrarnos con él.
La Acción Católica Cubana, a la que dió vida en 1928, fue el embrión de una institución brillante, muy necesaria para la sociedad cubana de aquel tiempo. Aquella institución continúa aún hoy de otra manera, debido a las contingencias históricas que ha sufrido y sufre hoy Cuba. Sin embargo, gracias a esa inspiración suya, muchos hombres y mujeres marchan hoy por la vida iluminados y tocados por el testimonio, la palabra y los hechos que nos legó el Venerable Hermano Victorino. Todos nosotros estamos en deuda con él. Sí, la nuestra es una deuda de agradecimiento, pero ese agradecimiento no será suficiente si no se encuentra acompañado por el renacimiento interior de cada uno de nosotros.
El Hermano Victorino nos habla hoy a todos los que nos hemos reunido en este día, a nosotros los Hermanos De La Salle, así como a quienes le conocieron y participaron en su labor apostólica, y nos invita a continuar en el celo incansable que le animó, así como en su fidelidad a Dios, mejorando nuestras vidas, quizás a veces demasiado imbuidas de cosas terrenas. A quienes no le conocieron y han oído hablar de él, quisiera invitarles a descubrir y profundizar la vida y obra de ese gran hombre y santo religioso. Una circunstancia como esta, es una buena razón para acercarse a su figura colosal, con el fin de impregnarnos de valores sólidos y hacerlos presentes en el panorama social, pedagógico y espiritual de la tierra donde cada uno de nosotros vivimos.
Para finalizar, quisiera agradecerles tanto de parte de nuestro Superior General, Hermano Robert Schieler, como de mi parte y de cada Hermano De La Salle, a todos los promotores del monumento dedicado al Venerable Hermano Victorino De La Salle que hemos inaugurado hoy en los jardines de la Ermita de la Caridad en Miami, en particular al Padre Fernando Hería, Rector de este Santuario Nacional, junto a los miembros del Comité pro Beatificación y de la Asociación de Antiguos Alumnos De La Salle, cuyos nombres no cito por temor a olvidarme de alguno de ellos.
Creo que quienes han dedicado tiempo y esfuerzos para sacar adelante esta iniciativa merecerían también un monumento por la confianza y la fortísima devoción que han tenido y tienen al Hermano Victorino, lo que ha hecho que su presencia se mantenga vigente por más de sesenta años desde su partida al encuentro con el Padre de todos nosotros. Solamente con un corazón desbordado de fe y de lasallismo se puede tener, durante tanto tiempo y con tanto entusiasmo, un compromiso así. Por todo ello, y por los proyectos que puedan surgir en el futuro, gracias a todos.
Palabras pronunciadas al finalizar la Misa en la Ermita de la Caridad – 9 febrero 2020