VENERABLE HERMANO VICTORINO DE LA SALLE
[ VENERABLE HERMANO VICTORINO NYMPHAS ]
(Arnaud PAGÈS, 1885-1966)
Oración
(se rezará al inicio de cada día del Triduo)
Señor Dios, que has prometido ensalzar a los humildes y que brillaran como estrellas en perpetuas eternidades los que enseñaren a muchos la justicia, dígnate glorificar a tu Siervo Hermano Victorino De La Salle, trabajador incansable en la parcela de la niñez y de la juventud, haciendo que su nombre resplandezca entre tus santos.
Multiplíquense tus gracias, Señor, en favor de los fieles que te las piden, haciendo presente las virtudes que él practicó en la Tierra, y concédenos que algún día veamos a tu Santa Iglesia honrar su memoria, y ofrecernos en él un nuevo modelo que imitar y un nuevo protector que nos asista desde el cielo en los trabajos y aflicciones de esta vida, ayudándonos a conseguir la bienaventuranza eterna.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Amén.
Se ruega a quienes obtengan favores o gracias por intercesiòn del Venerable Hermano Victorino De La Salle, que lo comuniquen en un breve mensaje dirigido a: victorino@saintly.com
Día 1 – Reflexión: El religioso
«Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto». Con estas palabras Jesús nos instó a vivir plenamente en Dios. En esto consiste la santidad. San Juan Pablo II recomendaba a los jóvenes: «No teman ser santos». Con estas palabras se hizo eco de lo que el Concilio Vaticano II había proclamado: «Los discípulos de Cristo, por el bautismo, se convierten en verdaderos hijos de Dios… Deben mantener y perfeccionar, viviéndola, la santidad que han recibido» (Lumen Gentium).
Toda la vida del Hermano Victorino De La Salle fue una respuesta a esa invitación del Señor Jesús. Especialmente en los dos acontecimientos más dramáticos de su vida: el abandono forzoso de su patria primero, y de Cuba después, demuestran su fuerza interior y su extraordinaria capacidad para confiar en Dios.
San Juan Bautista De La Salle recomendó: «Cuando Dios os llamó a la vida religiosa y a una misión que apunta a la salvación de las almas, recibisteis una gran gracia. Agradecedlo y sed tan fieles a Él que renunciéis a todo lo demás, que no penséis más que en Él y en los deberes de vuestro oficio» (Meditación 146.1).
Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Amén.
Día 2 – Reflexión: El apóstol
«Su cargo exige un gran celo, pero el celo no serviría de nada si no tuviera efecto en el corazón de sus alumnos. Para que esto suceda, es necesario que el celo sea una emanación del amor de Dios en vosotros (Meditación 171.2). Con estas palabras, San Juan Bautista De La Salle indicó a sus discípulos el camino a seguir para responder plenamente a su vocación de apóstoles de Jesucristo.
Fiel al carisma de su Instituto, el Hermano Victorino se dedicó a la educación de los jóvenes y a la pastoral de las nuevas generaciones, limitándose no solo al mundo de la escuela y la universidad, sino extendiéndolo a la pastoral de las parejas jóvenes y a la pastoral vocacional. Su objetivo era formar hombres y mujeres cristianos laicos capaces de dar un testimonio creíble en la sociedad. Su compromiso apostólico con los jóvenes, y su celo por su formación cristiana, estaban dictados por una fuerza interior que provenía de su constante unión con Dios.
«El fruto de su celo apostólico fue la obra visionaria apostólica y social de la Federación de la Juventud Católica Cubana, que dió sentido y contenido a la vida de muchos jóvenes y promovió un compromiso apostólico que se extendió después hacia otros sectores de la sociedad» (Positio, pág. 39, testimonio de Manuel Fernández).
Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Amén.
Día 3 – Reflexión: El santo
El Hermano Victorino vivió impregnado del sentido definitivo de su consagración a Dios y la consecuente dedicación de todo su ser y todas sus energías a «procurar su gloria cuanto le fuera posible y el Señor se lo exigiera» (Fórmula de los Votos de los Hermanos); concretamente, a trabajar por la extensión del Reino de Dios a través del carisma específico de su Instituto religioso: el servicio educativo a la niñez y a la juventud, particularmente los más pobres.
“Su corazón, vivificado por la fuerza del Espíritu Santo, fue el motor principal de su incansable dinamismo apostólico. No era un simple o cómodo «activista de Dios»; fue un testigo del amor de Dios, un Ministro de su misericordia”. (A. Morales, Hno. Victorino, Itinerario Evangélico, pág. 125).
Solo así se pueden explicar los numerosos logros apostólicos de ese hombre sencillo, tímido, frágil y de sonrisa perenne, fruto de su unión con Dios, que atraía a todos los que lo frecuentaban.
Nuestro Venerable Hermano Victorino De La Salle, con su ejemplo y sus obras, nos habla de una santidad que debe ser también una realidad indispensable para todos nosotros, una santidad vista como un proyecto de vida, como una luz que debemos difundir en la oscuridad de este pobre mundo.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Amén.
Comité pro Beatificación – hnovictorino@bellsouth.net http://www.victorinodelasalle.org
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